
Ante tal situación me pregunto, qué objeto escogería si me
viera obligado a abandonar la casa apresuradamente a causa de conflictos
armados, crisis olvidadas y otras situaciones que requieran asistencia, citando
algún ejemplo como la hambruna.
Por eso quiero dar voz a las necesidades
sociales de las personas, hablarles de rostros, inquietudes, de casos
concretos.
Les invito a leer este nuevo artículo hasta
el final para conocer la respuesta de inmigrantes de países como Malí, Senegal,
Nigeria, Sierra Leona, Guinea, que no puede ser meramente casual que éstas
personas de raza negra, se hayan desplazado a lugares tan distante y tan distintos a nuestra cotidianidad.
Llego muy mal de tiempo al polígono
industrial de Miller Bajo, me gusta ser puntual, pero por diferentes motivos no
llego a la hora, tampoco me importa mucho, pues pienso que los protagonistas de
la historia de hoy están sin hacer
nada y me estarán esperando a la cita.
Así fué, allí estaban, a lo largo de la calle Diego Vega
Sarmiento, pero cual fue mi sorpresa, iluso de mi, ellos tenían un lavadero
improvisado donde estaban limpiando y lavando vehículos, así que tuve que esperar
un tiempo prudencial a que me pudieran atender.
Mientras tanto yo les observaba, un paño y un
cubo de agua con jabón son sus herramientas básicas para limpiar vehículos.
Henry es originario de Nigeria, así es como él se busca la vida, teniendo un trabajo precario.
Henry ya está aquí con sus documentos en
regla, lleva 16 años en Canarias, llegó desde Sierra Leona en patera hasta la
isla de Fuerteventura, careciendo
al principio de acceso a servicios básicos, su situación fué irregular. A día
de hoy esto le impide obtener un trabajo de calidad. "Esto no es un trabajo",
me dice, señalando el coche que está limpiando.
Suele trabajar sólo, y en grupo, me señala
que cuando algún compañero que
está en la misma situación que él, no tiene coche para limpiar, él se solidariza
para un mejor reparto de beneficios y así sus compañeros puedan llevar a casa
algunos euros ya que tienen mujer e hijos y lo que llevan a casa es lo imprescindible
para comer.
Henry habla en nombre de los diez
compañeros que en este momento se encuentran en la calle, algunos limpiando,
otros esperando clientes, otras veces son muchos más, pero como coincide con el
mes del Ramadán, por su fe y sus creencias hoy no están. Las edades de ellos rondan entre los 30
a los 50 años, casi todos ellos con estudios. Me confiesa que dejaría de
trabajar aquí, limpiando coches si
encontraran un trabajo mejor.
Henry suele trabajar en la hostelería, de
camarero en periodos vacacionales. El idioma para él no es un problema, ya que sabe
español, algo de inglés y la lengua mandinga.
Tres organizaciones no gubernamentales
fueron las que intervinieron y les dieron acogida, me lo cuenta afligido, aún
le duele recordar todo lo que pasó para llegar hasta aquí, no quise ahondar más, sus ojos empezaron a lagrimar.
Sólo el esfuerzo común realizado por Cruz Roja, Cáritas
Diocesana de Canarias y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), han
logrado evitar el desamparo de éstas personas y muchas más procedentes del África
Subsahariana.
Hoy pongo de manifesto que tanto Henry como
sus paisanos llevan en su esencia la dignidad, la esperanza y la capacidad de
superación.
Y a las O.N.G., las ganas de luchar por éstas personas.
Pedro Rodríguez Reyes.