Este año se
cumplen 26 años de la Convención sobre los Derechos del Niño. Su historia no tiene
desperdicio. En el año de 1959, la Organización de Naciones Unidas aprobaba una
declaración de los Derechos del Niño con diez principios fundamentales.Todos
muy bien intencionados aunque insuficientes porque no tenían carácter obligatorio.
Un grupo de países
empezó a trabajar para buscar un mayor compromiso de los estados y el Gobierno
de Polonia se puso a redactar un texto en 1978 que supondría la primera versión
de una Convención sobre Derechos del Niño.
Tras una década
de negociaciones con gobernantes de todo el mundo, organizaciones e
instituciones de la sociedad civil, se alcanzó un
texto definitivo que vio la luz un día del niño, el 20 de noviembre de 1989 con el objetivo de
que fuera obligatorio para todos los países que lo firmasen.
Rápidamente se
sumaron 20 países, entre ellos España, hoy en día son un total de 193 países lo que
han aceptado esta Convención del Niño.
En Somalia país
ingobernable y en Siria, es bastante triste hablar de cifras, han muerto demasiados niños y siguen en el desamparo
más absoluto; en España, hasta un 30 por
ciento de la infancia padece pobreza.
La Convención
es el primer instrumento internacional que reconoce a los niños como agentes
sociales, como titulares de sus propios derechos y por tanto, pueden reclamarlos.
Hay muchas organizaciones
que velan por ellos, Unicef, Save the
Children, Aldeas Infantiles..., e intentan que esta Convención mantenga su
fortaleza y se cumplan los 54 artículos que recogen los derechos económicos, sociales,
culturales, civiles y políticos de todos los niños y también define las responsabilidades
de los padres, los profesores, los profesionales de la salud, los
investigadores y los propios niños.
El reto es
afrontar asuntos tan espinosos como la venta de niños, la prostitución infantil, su participación en conflictos armados. Las
leyes se convierten en papel mojado para los grupos excluidos, que viven en situaciones de pobreza, sin
hogar, sin protección jurídica, sin acceso la educación, sin hospitales.
Desde mi posición
como político y en referencia a los datos sobre la pobreza infantil que fueron
publicados por Caritas recientemente, digo que las ONG, no son adversarias ni oposición
a los Gobiernos, sino colaboradores y en ocaciones hasta sustitutos. Por eso
reclamo un mayor protagonismo del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Pedro Rodríguez Reyes.
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