martes, 1 de diciembre de 2015

I de DICIEMBRE. Día Internacional del SIDA




          Hoy día 1 de diciembre  les quiero contar un cuento sobre el VIH-Sida, es como una tormenta que pasa dentro de tu cuerpo: el cielo se vuelve gris,  llueve mucho y aparecen rayos, truenos,  hasta que la tormenta termina y vuelve a salir el sol. El protagonista de éste cuento es mi amigo Leo. Con esta publicación,  quiero dar a conocer mejor esta enfermedad,  de la que cada año miles de nuevos casos aparecen  y contribuir a reducir el estigma asociado a ella por desconocimiento.
            Las alarmas se encendieron el día que Leo notó una pérdida de peso, todavía estaba muy lejos de saber que esos extraños síntomas tenían su origen en una enfermedad muy grave. Comenzaron las visitas a especialistas y el rosario de pruebas, que lentamente iban descartando causas diversas.
             Esos meses de incertidumbre fueron como recorrer un largo pasillo en el que todas las salidas que hay a los lados se van cerrando hasta que se vio abocado a franquear forzosamente la puerta que hay al fondo. Sobre esa puerta , que daba paso a una sala oscura,  estaban escritas las tres letras que componen el diagnóstico final, VIH.
             Momentos duros y llenos de lágrimas cuando tienes que comunicar a tu familia que habías contraído  una enfermedad para la que no existe cura, porque  a día de hoy, muchos diagnósticos de Sida implica la muerte en períodos largos, después de desarrollar un proceso degenerativo. Conservando intacta su capacidad mental, siendo consciente hasta el último momento del propio deterioro, que es más lento o más rápido según los casos.
            Recibir un diagnóstico así a tus treinta y tres años y con todos los proyectos vitales bien encaminados (trabajo, pareja, amigos...) es devastador.
            Nosotros tenemos que animar y tratar de levantar a los compañeros caídos, luchar con el único fin de que se siga promoviendo la investigación,  porque sólo ella puede acabar con esta enfermedad y que cualquiera de nosotros somos susceptible de padecerla en cualquier momento de la vida. Da igual el sexo, o la edad.
           Mientras no se avance en la investigación,  todos estamos amenazados por el VIH, el Alzheimer, Parkinson... si la ciencia abandona la investigación, los enfermos mueren en pocos años desde el diagnóstico. Según los médicos no existe ningún tratamiento curativo,  sólo hay fármacos que dan supervivencia en algunos casos y nada más.  De ahí que sea tan urgente dedicar recursos de investigación de todas estas y otras enfermedades.
Pedro Rodríguez Reyes.

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