El acceso a
la vivienda es un derecho fundamental reconocido en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, pero en nuestro país millones de personas siguen sin poder
ejercerlo.
En días
pasados Cáritas Diocesana, se manifestó por
los derechos de las personas sin hogar en materia de vivienda. Esta entidad
religiosa realiza desde hace muchos años
una valiosa labor con las personas más vulnerables, que, sin duda , merece todo
mi reconocimiento y me hace reflexionar sobre el impacto que tienen en la vida
cotidiana de las personas, en la convivencia colectiva y en su integración
social, el hecho de no disponer de un hogar con condiciones mínimas de
habitabilidad y salubridad.
La vida digna
es un factor clave para cubrir tanto necesidades físicas de seguridad y protección
como las necesidades psicológicas y sociales proporcionando un espacio de
privacidad y encuentro con la familia. Por tanto, disponer de un hogar digno
supone no sólo una mejora de las condiciones de vida de las personas, sino que
les permite romper con el círculo de la pobreza y las desigualdades que
generalmente se transfieren de padres a hijos.
Siempre que una comunidad sea capaz de crear
en su propio seno los mecanismos necesarios para garantizar su desarrollo,
habremos contribuido a mejorar la vida de muchas personas.
Pedro Rodríguez
Reyes.
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