Cada persona tiene su historia, esta es la de Mari, Tito, Francisco, Narciso y Manuel, hablan de de años atrás, de una vida que fue muy dura al principio, pero que hoy en día es mucho mejor.

Mari, paisana mía, nacida y criada en el
barranco de los Propios del término municipal de Moya, actualmente presidenta
del club de jubilados y pensionistas Maraga Niega, me cuenta las ganas que
tiene de trabajar la tierra, y más ganas de llenar luego la despensa para la
familia en éstos tiempos de crisis.
Coinciden en lo mismo Francisco, Narciso y Manuel, que trabajar la
tierra produce hábitos de vida saludable, nuevos espacios de encuentro, convivencia y que
se promueve la identidad del barrio y su sentido de pertenencia. Todos ellos crecieron
trabajando la tierra y hoy en día siguen con el mantenimiento de las mismas prácticas
agrarias que les trasmitieron sus padres.

Creo que podemos y debemos aplicar algunas
"magias", es necesario hacer
que la sociedad reaccione, tocar un área de tal modo que pueda ayudar a curar, mejorar,
crear reacciones positivas y en cadena. Les hablo de los huertos urbanos,
comunitarios y autogestionados. Como político, apuesto por esta alternativa que
puede ser por ocio, como es el caso de éstos protagonistas, o por las funciones que cumplen de subsistencia, salud y estabilidad social. Así, se consiben como elementos que alivien las
condiciones de falta de recursos en los barrios obreros. Los ayuntamientos tienen que buscar parcelas y atender a las necesidades de familias
empobrecidas mediante un modelo de acción de acogida, promoción y que cuenten
con acompañamiento técnico para la fomación y asesoramiento.
Pedro Rodríguez Reyes.
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